La mentira de la pérdida económica de la industria cultural por culpa de la piratería

5095091081_1ef0ce3722_o

Fuente de la imagen http://bit.ly/GCTQjx por Theodore Scott

En muchas ocasiones llegan a nuestros oidos sentencias que resuenan como verdades reveladas.  A veces las noticias replicadas por los medios de comunicación parecen fraguar un hecho como algo indiscutible. El tema de la piratería no es ajeno a este fenómeno. Nunca encontraremos un informe que deje una opinión objetiva al respecto. Generalmente las proclamas provienen de los sectores que se sienten perjudicados y es lógico que apelan a la ilegalidad de la práctica de compartir contenidos sin discutir el verdadero transfondo de esta modalidad.

Para empezar a crear una actitud criminal comienzan con la sentencia de piratería como sinónimo de tomar por asalto una propiedad que no les pertenece para arrebatarla a su dueño y quedarse con ella. Pero en realidad al compartir cultura nadie despoja a los autores de sus obras. Es un concepto equivocado, porque se engloba como criminal actividades que buscan un propósito distinto a llenarse los bolsillos con los contenidos ajenos, algo que varias industrias culturales, que echan espuma por la boca criticando la piratería, hacen sin escrúpulos escudándose en un marco legal .

Analizando esta frase «Cada vez que un consumidor accede a una copia ilegal, la industria está perdiendo una venta. Por lo tanto, la pérdida de ingresos de la industria es equivalente al valor de todas las copias ilegales que se realizaron multiplicadas por el precio de venta del producto legal» es una de las tantas verdades de perogrullo que circulan sobre las prácticas de compartir contenidos. Todos suponemos que comprar un producto cultural de manera no convencional genera una pérdida porque el representante oficial se pierde de la misma. Esta sentencia reviste varias lecturas. En primer término tendríamos que hablar de monopolio de la industria cultural, que además de concentrada se halla a veces mal distribuida. En muchas ocasiones encontramos que determinados productos culturales no son accesibles. Por lo tanto podemos resignarnos a no acceder a ellos o utilizar canales alternativos que no constituyen un delito, o acaso compartir con alguien un libro, una película o un disco es un crimen.  En segundo lugar debemos tener presente la barrera económica, un gran obstáculo para los bienes culturales. En los paises periféricos el alcance a un determinado bien cultural representa un porcentaje alto de su ganancia, en muchos casos producto de las políticas de cambio monetario. Por lo tanto una persona que no puede comprar un producto por su precio está condicionada a no hacerlo y esta situación no cambiará  criminalizando los servicios de transferencia de archivos. Es decir, sin un sistema digital de intercambio de contenidos igualmente  no habrá compra y el producto en este caso perderá un consumidor.

En la entrada Pérdida por piratería: una gran farsa de nuestro tiempo el autor del blog Calle Neptuno, remarca muy bien este falso concepto de pérdida «Llamar “pérdida económica” al producto no vendido, aunque haya sido “consumido” de alguna manera, es una farsa, una mentira».  Esto está claro porque es evidente que cancelar los medios alternativos de acceso a la cultura no garantiza que el producto sea obtenido por el canal «oficial» que lo explota comercialmente. La misma industria cultural con su práctica monopólica y su negación  por aceptar nuevos modelos de distribución de los bienes culturales terminan creando la necesidad de canales alternativos para acceder a ofertas culturales fuera de los circuitos mainstream o con precios elevados para un procentaje  de la población. Como bien remarca el autor del blog Calle Neptuno «Monopolios y piratas son dos caras de una misma moneda»

Liberar una obra es crear infinitos mundos

Liberar una obra es una especie de juego de espejos, en donde la creación se ve reflejeda en multiples espacios creando una secuencia infinita de nuevas expresiones. Cuando entregamos nuestro trabajo en licencia libre estamos abriendo la jaula donde moran nuestas ideas para dejarlas volar por espacios infinitos.
Liberar  es una aventura, una experiencia alucinante y azaroza parecida a un mensaje dentro de una botella, algunos se pierden pero otros aprovechan la corriente y pueden morar en buenos puertos. Si pudieramos hacer un mapa de las conexiones de ideas y creaciones artísticas tendríamos una imagen casi parecida a las representaciones de las redes sociales de Internet. Veríamos líneas y nodos comunicándose y duplicándose en nuevas secuencias. Porque la creación artísticas funciona como nuestro cerebro, con neuronas unidas a líneas eléctricas que trasnporatan y asocian información proveniente de diferentes lugares.
Liberar una obra es más que un acto noble, no se trata de un altruismo, es la forma en la cual funciona el arte, por medio de la circulación libre, es la manera de multiplcarse. No es mi obra, es la obra de todos.
La obra que libero en la licenciation que convoca Artica es mi cuento Los Visitantes

The copyright is eternal, the copyleft is for all

El 8 de enero de 2009,  el periodista norteamericano Sthepen Colbert, entrevistaba en su programa de televisión a Lawrence Lessing .
Colbert se había propuesto parodiar el libro de Lessing Remix y atacar las licencias de creative commons. Nunca hubo dos posturas diferenciadas tan bien marcadas en temas de derecho de autor como en esa entrevista que recomiendo fervorosamente. Colbert se despachó diciendo «the copyright is eternal» o acusando de crimianles a las personas que utilizan contenidos sin autorización, por otro lado Lessing manifestaba que las legislación sobre derechos de autor estaba convirtiendo en criminaes a los jóvenes que viven en una cultura acostumbrada a compartir contenidos y que era necesario modificar esas leyes. Colbert arremetió burlandose de los derechos libres al tomar el libro de Lessing, hacer un dibujo de snoopy, cambiar el título por My Remix, borrar el nombre de Lessing y poner el suyo. Te robé el libro le decía, ahora es mi libro. Lessing contarataco  contra la burla diciendo, puedes venderlo en Amazon y E-bay, y valdrá mucho más que él mío, porque tu le agregaste información, dando a entender que una cultura libre permite mejorar la producción de conocimientos.
En un determinado momento de la entrevista, cuando Lessing justifica su postura de ceder los derechos de su obra, Colbert comienza a gesticular con sus manos diciendo «Nadie debe tomar mi trabajo y hacer algo con él sin mi aprobación. Jamás, nunca jamás tomar nada mío y mezclarlo. Por ejemplo, estaría muy enojado y posiblemente inciaría acciones legales si alguien toma esta entrevista aquí y la remezcla como un gran baile beat. Y empieza a aparecer en los clubes en toda América» Tras su frase se escucha una serie de risas de fondo que festejaban su ocurrencia.

Colbert jamás imaginó que esas imágenes de la entrevista serían utilizada por un colectivo de artistas anónimos para generar una de las series de remezcla más desopilantes, creativa e interesantes de los últimos tiempos.Entre los primeros en utilizar estas secuencias se encuentra Ecletic Method , un grupo que se encarga de realizar remix que incluyen partes de imágenes, películas, videoclips y música. Sin dudas esa versión es una de mis favoritas.

Después tenemos el trabajo de Infringemix Feat quien usa los dialogos de la entrevista con la base de U2.

Otras interesantes aportaciones son las de la de Alexander Vutskos,  WorshipLudachrist y Flameux una de las más pop sin dudas.

Después tenemos una serie de audios con base técno, estilo Hip Hop con un estilo jazz parisino. Todos audios con licencia creative commons

https://beta.indabamusic.com/opportunities/colbert/submissions/5d94e296-5d0b-11df-9cb8-1231390c51e1

Podríamos decir que todas las remezclas brevan de las fuentes de la cultura DJ, sobre todo el uso de efectos de rebobinado de imágenes estilo el Back Cueing de los DJ, la utilización de bases remix de temas como fondo musical, la utilización de capas de imágenes.
Podríamos encuadrar a este grupo de remezcladores como una fusión entre activistas y artistas con una apropiación y ensamblaje de las imágenes visuales para operar sobre el contenido. En este caso los diálogos y las imágenes son intervenidas  para decir lo contrario a aquello que se está reproduciendo.
Colbert quizo burlarse del remix operando con una parodia que transmitía el rídiculo de usar una entrevista como un tema musical La cultura remix le respondió con un mensaje directo a sus pies: cualquier material puede ser usado estéticamente para generar un producto artístico diferente al original, es decir una nueva obra.

Soy el autor, he dicho

Si las leyes de autor se impusieran como el capital manda, posiblemente mi cultura sería más pobre porque no podría acceder a varios libros, películas, obras de arte, recursos educativos y una cantidad de contenidos que circulan digitalmente a toda hora por Interent. Posiblemente tampoco  podría compartir los cientos de miles de enlances y fotagrafías que envío por diferentes medios sociales. Presumiblemente no comentaría tanto en blogs, en grupos de Facebook en Twitter porque tendría poca información para hacerlo  y claro no podría escribir (el mundo no pierde mucho por eso) ni producir contenidos con la frecuencia que lo hago.

Probablemente tampoco hubiese podido hacer este curso y por consiguiente esta tarea, es decir estaría en una paradoja temporal en donde debería hablar sobre algo que no sucederá. Pero claro, los contenidos están bien guardados y seguramente pagando una buena cantidad de dinero podría acceder a ellos. Sin embargo en los últimos años los mejores contenidos que leí  vinieron de personas que comparten sus conocimientos sin pensar exclusivamente en un beneficio económico (una honda locura)   Por eso mismo debo pensar que este mundo de no acceso puedo ser una realidad si el W3C logra imponer su gestión de contenidos al lenguaje de html 5 creando un drm que a futuro logré limitar la información que circula por la red.  Imagino ingresar un término en Google y recibir cientos de referencias que indican recursos de pago. Pero es lógico, la gente debe vivir de algo, como Google que lo hace de los contenidos gratuitos que generamos a diario cientos de personas.

Por otro lado también me sorprende como en un futuro o en un presente extendido, tal vez no podamos hacer nada sin pensar en derechos de autor. La forma de abrir una puerta por ejemplo ¿creen que me estoy burlando? En absoluto, mi estilo es único, la manera de girar el pomo, el movimiento preciso para soltarla a un tiempo perfecto que permita salir y a contramano cerrarla. Juro que en cualquier momento iré a patentar esto. Así como Cecilia Gimenez merece cobrar derechos por su restauración del Ecce-Homo, Ministry of Sound por aparecer en una lista de temas con spotifity o un humilde lustrabotas por forma parte de un cartel publicitario  , yo reclamo mi copyrigth por la forma de abrir la puerta (aclaro que cerrarla es otro tema) Tal vez dentro de poco patentemos también nuestros sueños, potenciales futuras obras que ni siquiera tenemos en mente, los mensajes de whatsapp ¿porqué no hacerlo? ¿Acaso las oficinas de derechos de autor no cobran hasta el silbido de una canción? Estas entidades, una verdadera Liga de la Justicia de los autores, hacen una defensa a las violaciones de la propiedad intelectual. No olvidemos que los creadores deben vivir del fruto de su trabajo y reciben los mayores beneficios  como sucedió con Daft Punk y su tema Get Luck.

Toda creación debe registrarse y controlarse, porque tengan en claro que los contenidos no son libres. No importa que uso hagan de los mismos, es irrelevante que deriven de otros, no interesa que sirvan para crear más conocimiento aprovechable para una comunidad. No sueñen con poder apropiarse de ellos con la patraña del uso justo, social y sin fines de lucro, y como escarmiento ahí tienen la acción judicial contra la Universidad de Barcelona por usar material digital para sus clases sin la debida autorización. Si quieres acceso a los contenidos educativos paga, sino puedes conseguir el libro, pues jódete

Indudablemente el concepto de autor es una construcción histórica y así como hace siglos nadie se molestaba en firmar un trabajo y los bardos cantaban historias que ellos modificaban, en nuestra querida actualidad los bardos son los cientos de personas que remezclan contenidos, la diferencia que ahora existe un autor que debe ser reconocido.  Por supuesto que todos somos autores, una especie de proam o proconsumer o el térmico que deseen, en donde extraemos una imagen o un texto  para crear otra obra, un frankestain digital, y así como los viejos autores no eran demanadados por pintar un cuadro copiado de la realidad natural, los actuales creadores no debería ser sancionados por tomar una fracción de la realidad digital que ahora es su entorno de trabajo.   ¿Que cambió entonces con respecto a otras épocas? En primer término la tecnología que nos permite crear a bajo costo y en un entorno en red. Y en segundo lugar un grupo de intermediarios que se llevan el mayor beneficio de la creación artística y preparan un escenario en donde supuestamente defienden los derechos del autor, cuando en verdad están intentando mantener su tasa de ganancia.

En líneas generales no me parece descabellado obtener un crédito moral y económico por la obra. A todos nos guta ser reconocidos por alguna idea en en el trabajo, pero la gran maypría de los mortales no patentamos  ni pedimos autorización por ellas, ni tampoco cobramos cada vez que se pone en marcha. Ni siquiere pensaríamos en cobrar regalías por una cantidad irrisoría de tiempo ¿Acaso el trabajo de los artistas o los creadores intelectuales es diferente al de cualquier otra persona? ¿Son las ideas objetos que pierden valor al ser transferidas? Tal vez las leyes de autor escondan no solo un beneficio de lucro, sino también un intento de restricción del conocimiento y de acceso a la cultura. No es extraño que el Estatuto de la Reina Ana naciera para regular la publicaciones con el objetivo de controlar las ideas.

Esta es mi opinión y quien quiera copiar una puta coma, o se apropie de una idea de la misma deberá pedirme autorización, por lo menos hasta que pasen 140 años y el trabajo pase al dominio público. Y si alguien se atreve a no respetar la propiedad intelectual les enviaré a la SAGE, SADAIC, CADRA y demás esbirros que borrarán de su mente todo aquellos conceptos que sacaron de este texto y debo decirles que jamás volverán a poder recordarlo hasa el fin de los tiempos.  Soy el autor, he dicho #findelacita